El juego forma parte de los Principios Pedagógicos del nivel de Educación Parvularia y es considerado como la expresión natural de niñas y niños. En la Convención sobre los Derechos del Niño (Art.31), los Estados Parte reconocen el derecho del niño al descanso y el esparcimiento, al juego y a las actividades recreativas propias de su edad.
El juego predispone positivamente aprendizajes y genera importantes conexiones neuronales, teniendo un rol central en el desarrollo de las funciones cognitivas superiores, de la afectividad, de la socialización, y de la adaptación. El jugar implica la interacción y encuentro con otros y con distintos escenarios y espacios, lo que les permite aproximarse al aprendizaje asumiendo roles, siendo un primer ejercicio de participación ciudadana. Esto promueve la autonomía, el respeto y empatía, y les invita a explorar y expresar sus emociones y sentimientos, poniendo en el centro su necesidades, intereses y motivaciones, avanzando progresivamente en la construcción de su identidad.















